El milagro de la vida
Nunca he sido muy religiosa.
En una cierta época sí creía, me gustaba creer.
El Milagro de la vida nunca me pareció milagroso, sino una cosa totalmente racional y biológica.
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Hace muchos años empezaba a germinar la idea de ser mamá
Hace algunos años la idea de ser mamá biológica se estaba convirtiendo en eso: una idea
Hace un poco menos de años intenté archivar esa idea y opté por la adopción
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Unos cuantos meses después, cuando el largo proceso de adopción parecía un árbol fuerte, la vida decidió implantarse en mí.
Talar aquel árbol ha sido una de las cosas más dolorosas que he enfrentado.
Sacar de las cenizas el primer germinado fue desconcertante ahí seguía?, ¿ tenía vida?
Tan microscópico, tan inadvertido
Dentro de mí
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Yo no estaba realmente haciendo nada
Yo no empeñaba mis esfuerzos en crear nuevas células
Yo no ponía dedicación en generar piel, ojos, manos, sangre
Yo que nada sé de genética estaba creando neuronas ¡neuronas!
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Sin que yo hiciera poco más que dejar de beber café, tomar ácido fólico y moverme con parsimonia, así, así, estaba creando vida, porque nadie más estaba dentro de mí haciendo el trabajo
Ahí estaba yo, con ojeras, deseando tomar café, resistiendo con mi vejiga aplastada, con esa pancita que se asomaba.
Era yo con otro dentro
¿Dentro?
¿Y cuándo afuera? Después
Después de la piel abierta con bisturí, después de maniobras, después de casi aplastarme los pulmones, entonces afuera.
¿Y el milagro?
Ahí seguía y me acompañaba, dentro y fuera de mi cuerpo, ese que cambió, con una línea oscura dividiendo por la mitad mi panza, mis senos rebosantes de leche para seguir alimentando la vida.
Si me preguntan que cómo le hice…
No lo sé, pero ahí está, lo sacaron de mí, acá tengo la cicatriz por si lo dudan.