martes, 30 de junio de 2015

Los Sólidos y los Etéreos


Había una vez un mundo, una realidad, en la cual coexistían dos especies: los Sólidos y los Etéreos. Los primeros se pasaban sus días pegados al piso, casi nunca lograban separarse de él y las raras ocasiones en que lo hacían, se aseguraban de tener una base en la cual plantar bien sus pies, algunos parecían tener un terror especial a quedarse sin dicha base y caminaban encorvados, siempre viendo el piso, así no sólo sus pies, sino también su mirada se encontraba por los suelos. Los Sólidos ignoraban completamente a los Etéreos, simplemente no les daban importancia.

Los Etéreos, eran oscuros y les encantaba ir por todos lados, cambiar de forma y confundirse con la oscuridad. Escalaban todo lo que se les pusiera enfrente: paredes, árboles, puentes, el mar…

Ellos eran muy frescos, muy “donaire”, reían y observaban, les encantaba mirar hacia todos lados, descubrir aquellos detalles que están escondiditos, como esperando pacientemente a ser descubiertos y lograr que, aquél que los encuentra, esboce una sonrisa.

Ellos, los Etéreos, nunca ignoraban a los Sólidos, algunas veces les gastaban pequeñas bromas y los Sólidos se sobresaltaban, tallaban sus ojos, enfocaban la mirada y después de asegurarse que todo estuviera en orden, pensaban: seguro fue mi imaginación; y continuaban clavados al piso. Entonces los Etéreos se alejaban riendo o quedaban completamente “enganchados”.

Era algo que, en algún momento, le pasaba a la mayoría de los Etéreos, conocían a un Sólido y no podían dejarlo, lo miraban, lo seguían y poco a poco se hacían uno, dejaban de brincar por todos lados y se limitaban a imitar en todos los movimientos a Su Sólido, era una tarea difícil de realizar al principio, pero después se podían adelantar a los movimientos del otro.

Se sentían raros cuando hacían un movimiento diferente a Su sólido, porque entonces el sólido volteaba a ver con extrañeza, se movía de una manera graciosa y tras comprobar que todo estuviera normal… seguía clavado al piso. El etéreo soltaba un suspiro, por un lado no le gustaba asustar a Su Sólido, pero por el otro le encantaba no pasar desapercibido, ser visto aunque fuera por un momento.

En aquel mundo, aquella realidad, hay muchas parejas formadas por Sólidos y Etéreos, sin que los primeros se den cuenta de aquel equipo, del cual forman parte.